
Una gran diversidad de factores interviene en la integridad estructural y funciones de la piel y mucosas. La piel recubre toda la superficie corporal y las mucosas, las cavidades y conductos que comunican con el exterior.
La piel tiene una función de protección, defensa, regulación térmica e hidroelectrolítica, metabólica.
Las mucosas se encuentran en la nariz, la boca, la garganta, los pulmones, todo el tubo digestivo, la vagina, los ojos, etc. Su función principal es proteger, generando mucus, e intervienen en los procesos inmunológicos. Algunas también tienen la función de absorber, como la mucosa intestinal.
Las mucosas y la piel tienen células que se regeneran rápidamente, y el aporte de nutrientes y micronutrientes adecuado promueve la regeneración y la correcta hidratación de estos tejidos. La nutrición se considera como una de las más importantes condiciones de la salud de la piel y las mucosas.
Las membranas de las células de las mucosas están constituidas por ácidos grasos insaturados, imprescindibles tanto para su estructura como para su funcionamiento, con lo cual, su aporte a través de la alimentación es necesario.
Aportan fluidez y son el sustrato esencial para la generación de moléculas antiinflamatorias. Entre ellos encontramos el Omega 7, Omega 3, Omega 6, Omega 9. La vitamina A (y sus derivados como retinoides y carotenoides), la vitamina C, D o E, o minerales como el zinc son esenciales para la correcta proliferación y diferenciación de las células, y para la función inmunitaria de la piel y mucosas,
Existen situaciones en las que los requerimientos en micronutrientes de estos tejidos aumentan:
En el proceso de envejecimiento de la piel, natural o como consecuencia de factores externos (sol, estrés, mala alimentación, etc) se observa una disminución de producción de colágeno y ácido hialurónico en la piel, que se traduce en la aparición de arrugas con una pérdida de hidratación, elasticidad y densidad de la piel.
Una alteración en las mucosas y la piel puede repercutir en la calidad del pelo y de las uñas, que requieren cantidades aumentadas de vitaminas del grupo B, como el ácido pantoténico (B5) o la biotina (B7). Algunas moléculas, como la miliacina, han demostrado sus efectos beneficiosos con un aumento de la proliferación celular del bulbo piloso y una mejora del efluvio telógeno.
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