Autor: Carole Picard, Nutricionista
Acidosis crónica de la sociedad moderna: lo que debes saber
El cuerpo funciona de forma muy controlada para mantener un nivel óptimo de pH en la sangre y otros fluidos para proteger los órganos vitales: cerebro, pulmones y corazón que dejan de funcionar en el caso de que el pH de la sangre se modifique solo un poco.
El pH se sitúa en un rango de entre 0 y 14. Puede parecer una escala pequeña, pero cada nivel refleja una diferencia muy grande y puede tener un gran impacto en los órganos vitales. El pH de 7 corresponde a un pH neutro que sería el del agua pura.
- Un pH inferior a 7 es ácido: cuanto menor sea el valor, mayor acidez.
- Un pH superior a 7 es alcalino: cuanto mayor sea el valor, mayor alcalinidad.
El pH fisiológico de la sangre es ligeramente alcalino, se debe mantener entre 7.35 y 7.45. Este número es tan preciso porque es ideal para numerosos procesos biológicos como la correcta oxigenación de la sangre. El funcionamiento de todos los órganos depende de este equilibrio, sin embargo, los riñones y los pulmones son los moduladores principales, encargados de mantener el pH equilibrado en todo momento.
El organismo tiene un sistema de compensación muy eficaz (sistema tampón) para que el pH de la sangre se mantenga siempre en rango, ya que un desequilibrio sería letal. Sin embargo, existen desequilibrios de pH visibles de otra forma, como la acidosis crónica generada por ciertas enfermedades o el estilo de vida
Acidosis metabólica
La acidosis metabólica empieza en los riñones en vez de los pulmones. Ocurre cuando no se puede eliminar suficiente ácido a través de los riñones o cuando se eliminan demasiadas moléculas básicas.
Las formas en las que se puede generar acidosis metabólica son:
- Diabetes mal controlada
- Acidosis láctica por: consumo de alcohol, cáncer, glucemia baja, ejercicio prolongado
- Insuficiencia renal
- Diarrea y vómitos crónicos
- Malabsorción intestinal que conduce a una deficiencia crónica en Sodio, magnesio, potasio y Calcio
- Disbiosis intestinal
La acidosis metabólica crónica suele estar asociada a degradación muscular y ósea, provocando una resorción del hueso para extraer el calcio y un aumento de la excreción urinaria de calcio.
Acidosis metabólica: implicación en la salud intestinal
La acidosis metabólica crónica es frecuentemente discutida entre los científicos por ser difícilmente diagnosticada: gracias al efecto tampón del organismo, el pH y los niveles de bicarbonatos son estables en sangre. Sin embargo, parecen existir consecuencias fisiológicas a nivel celular y de excreción ya que el cuerpo elimina las moléculas acidas a través de los fluidos. Varias funciones del cuerpo están diseñadas para ayudar a controlar y mantener el equilibrio acido-base como la digestión, la circulación sanguínea, la excreción y el metabolismo celular.
Una forma de evaluarla es por ejemplo por mediciones repetidas de saliva y orina, obteniendo un valor de pH indirectamente relacionado con el equilibrio ácido -base general.
El intestino es un gigante del organismo esencial en la homeostasis acido-base. La disbiosis intestinal (como por ejemplo el SIBO o la candidiasis) puede causar una fermentación excesiva por parte de bacterias que producen ácido láctico, alcoholes tóxicos, aminas biógenas. Estas moléculas como el amoniaco o la urea entran en el ciclo de detoxificación del hígado, lo que afecta la homeostasis ácido -base.
Las glándulas exocrinas, el páncreas y el hígado, órganos clave de la digestión, cuyos fluidos son naturalmente alcalinos para permitir el trabajo óptimo de sus enzimas, se ven afectados por la acidosis crónica: de forma fisiológica, recuperan bicarbonatos circulantes de la sangre para compensar la acidificación del medio.
Una acidificación del flujo pancreático no permite la activación de las enzimas necesarias para la digestión y puede producir alteraciones en el intestino delgado, aumentando su acidez. Por otra parte, la actividad antimicrobiana del flujo pancreático es también pH dependiente: una acidificación del flujo pancreático lo hace más vulnerable frente a infecciones (pancreatitis crónica).
La acidosis metabólica puede provocar una acidificación de la bilis que la vuelve muy agresiva, provocando irritaciones en la mucosa del intestino delgado o reflujos gastroesofágicos crónicos.
Acidosis metabólica y dieta
La acidosis metabólica no es un concepto nuevo pero se está validando y confirmando en estudios recientes: se establece una relación estrecha con el envejecimiento, el consumo excesivo de productos animales y alimentos procesados, característicos de la dieta “moderna” que contribuye a la cronificación de la acidosis metabólica y, como consecuencia, a la aparición y evolución de distintas enfermedades como el síndrome metabólico, el cáncer, la osteoporosis, los cálculos renales, etc.
En un estudio publicado en The Journal of Nutrition, los científicos reconocen que, aunque existan potentes mecanismos para mantener la homeostasis en sangre, una dieta acidificante (producción de iones hidrógeno) mantenida en el tiempo tiene consecuencias en la aparición y progresión a largo plazo de distintas enfermedades.
En un artículo publicado en Nutrients en 2018, los investigadores defienden que la modificación de la dieta con un aporte mayor de frutas y verduras (con el objetivo de aumentar la dosis de bicarbonatos, moléculas básicas, alcalinizantes) y una disminución del aporte de proteína animal, disminuiría el riesgo de acidosis crónica y protegería los riñones, valorando por otra parte los efectos positivos de una suplementación alcalinizante.