Son moléculas generadas por el metabolismo de las bacterias. Existen metabolitos saludables y otros potencialmente patógenos (áminas biógenas, compuestos fenólicos, metano, sulfuro de hidrógeno, etc).
Entre los metabolitos saludables destacan las bacteriocinas, el peróxidos de hidrógeno que acidifican el medio y protegen frente a la colonización por patógenos, o los ácidos grasos de cadena corta.
Los ácidos grasos de cadena corta se producen en el colon como resultado de la fermentación por las bacterias de las fibras dietéticas no digeridas. Los principales son el ácido acético, el propiónico y el butírico. Son aprovechados por el epitelio intestinal como substrato energético para mantener su integridad y función.
El butirato (o ácido butírico), es el ácido graso de cadena corta más estudiado. Suele estar presente en complementos dietéticos de forma purificada, es decir, sin ningún fragmento de célula bacteriana.
Sus efectos están muy documentados tanto a nivel intestinal como a nivel sistémico. A nivel intestinal, el butirato tiene un papel regulador en el transporte de fluidos, mejora la inflamación de la mucosa y el estado oxidativo, refuerza la barrera intestinal, modula la sensibilidad visceral y la motilidad intestinal.
Además, es un agente protector importante frente al cáncer de colon. También se ha estudiado como potente antiinflamatorio y protector en el síndrome del colon irritable y enfermedades inflamatorias intestinales de forma general.
A nivel extraintestinal, se ha estudiado el butirato como potente inmunomodulador, y ejercería efectos beneficiosos en distintas afecciones como: hemoglobinopatías, resistencia a la insulina, ictus isquémico.
Tendría también efectos protectores en la prevención de la aterosclerosis o frente a la atopia. Muchos de sus efectos están relacionados con sus potentes efectos reguladores de la expresión génica.
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